sábado, 10 de mayo de 2014

La maldición del Gurú.

Rebuscando he dado con un artículo que escribía Markus Persson, creador de Minecraft, en agosto del año pasado. En él, describía como le divertía hacer juego pequeños, desarrollos cortos con los que podía explorar distintas mecánicas y como le hastiaban los proyectos más ambiciosos y que se alargaban en el tiempo. El motivo del texto era una excusa para desvincularse de su nuevo juego 0x10c con el que estaba encontrando la presión de la que huía y que no tuvo cuando empezó con su obra magna.

Todos los ojos están puestos en los pasos de Mojang y sus fans están como pajarillos esperando en el nido a que les llegue ese sabroso gusano con el que satisfacer su hambre. Yo lo he llamado la maldición del Gurú.





Sobre el tema escribí hace unos meses, pero el texto se perdió entre otros tantos documentos que he ido acumulando por culpa (o gracias) al trabajo. Hoy os lo traigo aquí porque aunque la noticia tenga ya un tiempo, la reflexión es totalmente atemporal.

Completo, después del salto ;)





Con el lanzamiento de Populous y Syndicate, nacía uno de los más recurrentes gurús de la industria del videojuego. Sus palabras pronto se convertían en promesas inauditas y sus ideas eran respetadas y seguidas con el mayor de los intereses. Eran otros tiempos, no sólo para la frescura de Molyneux sino porque la vía jugador/desarrollador no era tan directa como en los tiempos que corren. Hubiera cambiado algo de no ser así?





Saltamos en el tiempo y pasamos a otro ejemplo inevitable que no es otro que el creador de la maravilla de dos dimensiones y media, Fez. Phil Fish surgió de entre la marabunta indie para dar un manotazo sobre la mesa con un juego innovador, creado minuciosamente y con toda la pasión que el tipo tenía en sus entrañas para dar paso, de repente, a un nuevo gurú del panorama independiente. La diferencia respecto el caso anterior es más que evidente, internet, las redes sociales, Twitter. Se acabó la época en la que el usuario sólo recibía información sin posibilidad de entrar en contacto directo con el creador del juego que sentenciaba con mayor o menor acierto en las páginas de la revista de turno. A priori parece algo muy enriquecedor pero lo cierto es que es un arma de doble filo.

Volviendo a Fish, su paso por la red fue muy activo. Toneladas de adulaciones y otro tanto y mitad de detractores que se le echaban encima por temas que poco o nada tenían que ver con su obra. Populous o Syndicate nos fascinaban y nuestra imagen de Molyneux se moldeaba y maquillaba en nuestra imaginación pero, quién sabe qué hubiera pasado de existir por entonces Twitter y descubrir que era el rey del hype antes de tiempo? Sin querer excusarlo demasiado, Phil siempre se ha mostrado como un tipo peculiar, excéntrico si se me permite, que hablaba más de la cuenta y se metía en camisas de once varas a poco que apartáramos la vista de nuestro timeline.




De repente un día, el creador de FEZ explota y abandona las redes sociales para siempre jamás. Dejando de lado las cuestionables razones que se barajan por la red, Fish fue víctima de su implicación, de no ser consciente de que, sin quererlo, se había convertido en un gurú del mundillo independiente y que cada palabra que esputaba era reinterpretada cuarenta mil veces. Él no había cambiado pero su condición de “genio” ya no le permitía cometer ningún error de cara a sus fans. Desapareció de la red social y canceló de paso su esperado Fez 2. Para algunos fue la excusa perfecta para deshacerse de un juego que no sabía cómo desarrollar tras el abrumador éxito del anterior aunque para mí, la excusa perfecta para desprenderse de la presión de los miles de ojos que observaban cada uno de sus movimientos.





Pero no es un caso aislado y existe otro que juega en otra liga y que en contraposición, es muy querido en los páramos sociales, el mismísimo Notch que sorprendía de la noche a la mañana con un artículo en su blog con el título “Así que eso es lo que voy a hacer”. En el texto, que de paso ya os recomiendo, Notch nos habla de la presión que sufre con su próximo juego “grande” de extraño nombre, 0x10c. El juego bebe de las bases de Minecraft pero en un ámbito espacial, con naves, ordenadores programables y planetas que visitar. Un juego de una magnitud y pretensión a la altura de Mojang, verdad? ... verdad?.

El éxito conseguido por Minecraft parte de esa interacción con el público que a través del feedback con el autor, creció y maduró hasta convertirse en el monstruo que es hoy en día. Si se me permite, un éxito del todo inesperado. Con esa segunda parte espiritual, Notch estaba en el punto de mira, con una enorme presión y miles de preguntas que inundaban su timeline. En uno de sus habituales streamings jugando a Team Fortress 2, recibió la misma pregunta una vez más y él contestó sin tapujos que “no estaba trabajando en él” causando el pertinente revuelo en la red. En ese punto Notch es consciente de su condición de persona influyente, de que cada palabra salida de su boca se convierte en noticia y que de repente debe medir cada letra picada en su teclado. Al igual que Fish, abandona el barco de 0x10c justificando que no quiere embarcarse en proyectos grandes que no le hacen disfrutar. Delirios de un multimillonario que se lo puede permitir, pensarán algunos, o el reflejo de que Minecraft fue un golpe de suerte creado gracias a la colaboración de una comunidad tremendamente entregada. Sea como fuere, el inesperado gurú se vuelve a la cueva asustado ante la voracidad del público que quiere más. Por suerte, el proyecto se retoma por un grupo de fans que renombran el proyecto como Trillek Project.




El Twitter que ayudó a darle forma a su Minecraft ha sido el mismo que lo ha hecho desistir en su nueva intentona revolucionaria. La misma gente que lo acompañaba en su interminable fase alpha es la misma que ha asustado al mismísimo Notch. Sin duda, no deja de ser irónico.

Tanto Phil como Notch han tenido una experiencia similar a pesar de sus caracteres enfrentados. La sensación de no poder fallar se ha multiplicado por mil debido a ese contacto directo con los miles o millones de fans que los observaban por encima de la pantalla. Ese Feedback, a priori positivo, se ha tornado un cuchillo afiladísimo que no consiente ni un error. Twitter se ha convertido en el azote del gurú que ya no puede permanecer en la sombra sin que alguien perturbe su descanso. Son nuevos y difíciles tiempos del contacto directo, del no poder esconderse. Es la maldición del gurú.



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